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Hoy os voy a hablar sobre los cambios físicos en el embarazo.

En el cuerpo de la mujer embarazada encontraremos una serie de cambios a consecuencia de factores hormonales, del crecimiento del útero materno y de su adaptación a todos estos cambios.

APARATO REPRODUCTOR

El útero irá creciendo a medida que el embrión/feto se desarrolle. Al inicio del embarazo no lo palparemos, ya que estará detrás de la sínfisis púbica, pero alrededor de las 20 semanas ya estará al nivel del ombligo e irá aumentando su volumen progresivamente.

El cuello uterino estará formado y cerrado. En su interior, encontraremos el tapón mucoso, cuya función es obturar el canal endocervical, evitando así posibles infecciones.

La vagina y el periné tienen una mayor irrigación gracias al efecto de los estrógenos. Ello puede incrementar la sensibilidad de los genitales y provocar un cambio en su coloración.

Las mamas comienzan a prepararse para la lactancia. Crece su medida y se vuelven más sensibles al tacto. En el pezón y en la aureola se observará una coloración más oscura, debido al aumento de pigmentación. Los tubérculos de Montgomery sufren una hipertrofia y serán más grandes. Asimismo será más fácil observar la red venosa de las mamas y, en algunos casos, podrían aparecer estrías.

Durante la gestación también se puede segregar calostro, leche inicial espesa y de aspecto amarillento.

APARATO CIRCULATORIO

El corazón de la gestante aumenta de tamaño y se desplaza hacia arriba y hacia la izquierda,
a consecuencia del crecimiento uterino, el cual, a la vez, eleva el diafragma.

El volumen sanguíneo incrementa aproximadamente un 30%, lo que significa que la frecuencia cardiaca materna crece en unos 15 latidos por minuto.

nivel hematológico, tiene lugar una hemodilución (el volumen plasmático aumenta un 50%, mientras que el de glóbulos rojos, un 30%). Existe la posibilidad de aparición de una anemia fisiológica, fácilmente mejorable con una dieta adecuada o con la aportación de algún complemento específico.

La tensión arterial no debería variar, pero durante el primer trimestre, acostumbra a disminuir ligeramente y a mantenerse estable a lo largo de embarazo. Si los valores tensionales superan los 140/90, sería necesaria una consulta médica, ya que podría constituir un signo de alarma. Por el contrario, una hipotensión, (descenso de la presión arterial), conocida como síndrome de hipotensión supina, puede darse cuando la gestante se encuentra en posición de decúbito supino, es decir, estirada boca arriba, por compresión de la vena cava inferior.

Aparte de la hipotensión, pueden presentarse otros síntomas debidos a la dificultad del retorno venoso, como pueden ser náuseas, mareo, taquicardia, palidez, sudoración, etc. Para solucionar esta situación, hay que colocar a la gestante en decúbito lateral izquierdo (de lado sobre la parte izquierda).

La presión sobre la vena femoral, resultante de la presión del útero gestante, puede dificultar el retorno venoso de las extremidades inferiores. Esta situación facilita la aparición de estasis venosa, edemas y varices, sobre todo en las piernas, pero también en los genitales. Esta es la razón por la cual algunas gestantes sufren edemas y varices vulvares, así como hemorroides.

APARATO RESPIRATORIO

Sobre el sistema respiratorio, debe comentarse que la gestante aumenta sus necesidades aproximadamente un 20% para conseguir una buena oxigenación materna y fetal.

APARATO DIGESTIVO

A nivel gastrointestinal, acostumbran a aparecer náuseas y vómitos, sobre todo durante el primer trimestre y a primera hora de la mañana. A veces, también se altera el sentido del olfato. Puede producirse un incremento de saliva, sialorrea o gingivitis. Todos estos factores no ayudan demasiado a remitir las náuseas, pero pueden seguirse una serie de consejos para tolerarlas mejor.

A medida que avanza el embarazo, el útero va creciendo y desplaza a los órganos vecinos. Entre estos últimos, encontramos el estómago el cual, además de modificarse por lo que se refiere a su capacidad, varía en su ángulo con el esófago. De esta manera, se facilita un reflujo del estómago al esófago de las secreciones gástricas que suele provocar la aparición de pirosis (sensación de ardor). El volumen del estómago se reduce y además trabaja más lentamente, de manera que la gestante debería hacer comidas de menor cantidad para no sufrir una sensación de excesiva plenitud después de las ingestas.

Como el útero también comprime los intestinos, éstos ralentizan su funcionamiento habitual y puede aparecer distensión abdominal y estreñimiento. El estreñimiento es otro factor que, al igual que la dificultad del retorno venoso, puede ocasionar la presencia de hemorroides.

APARATO URINARIO

El aparato urinario también se ve afectado por la compresión. Esto se traduce en que la vejiga de la orina disminuirá su volumen y la mujer deberá orinar más a menudo (polaciuria), aunque la cantidad de orina será menor. La polaciuria suele aparecer a lo largo del embarazo con más o menos intensidad en función de la presión que ejerce el útero en crecimiento sobre la vejiga. También puede darse un aumento de la diuresis (cantidad de orina) como consecuencia del crecimiento del volumen plasmático. Si aparece nicturia (ganas de orinar por la noche), ésta es el resultado de la descompresión de la vena cava inferior durante el reposo.

APARATO ENDOCRINO Y DERMATOLÓGICO

nivel endocrino, la tiroides, la hipófisis, las glándulas suprarrenales y el páncreas aumentan sus funciones y sus formaciones hormonales, ajustando las necesidades a la fase anabólica en la que se encuentra el cuerpo de la mujer.

Observaremos cambios en la pigmentación de la piel de la gestante. La pigmentación se incrementará y, por ello, observaremos las aureolas, los pezones y la vulva más oscurecidos. En el abdomen, puede surgir una línea marrón denominada línea alba. Se sitúa en medio del abdomen, en sentido vertical y va desde la sínfisis del pubis hasta unos centímetros por encima del ombligo.

La cara de la gestante puede estar hiperpigmentada y puede aparecer el cloasma gravídico en forma de manchas en las mejillas.

Una vez finalizada la gestación, estas modificaciones van desapareciendo paulatinamente.

Las estrías en la piel de la gestante están causadas por la rotura de las fibras, a consecuencia de un estiramiento excesivo o brusco de la piel. Suelen aparecer en las zonas que tienen más riesgo de estiramiento, no sólo en el abdomen, sino también en las mamas, nalgas y muslos. Al principio, se visualizan como unas líneas irregulares de color vino pero, aunque no desaparecen en el puerperio, sí que cambian de color y pasan a ser anacaradas, es decir, se hacen más discretas.

La gestante puede notar que la velocidad de crecimiento del cabello se ralentiza ligeramente y, en el periodo de posparto, también puede observar un aumento de la caída del cabello, pero todo acostumbra a volver a la normalidad en unos 3-6 meses.

SISTEMA MÚSCULO-ESQUELÉTICO

Las articulaciones durante el embarazo pueden sufrir modificaciones, y especialmente al final del mismo, debido a una hormona llamada relaxina, que hace que estas articulaciones estén más flexibles y favorecer el parto.

La embarazada puede presentar calambres en las piernas, más frecuentes al final del embarazo y por la noche.

El centro de gravedad también va cambiando , y esto hace que se acentúe más la lordosis lumbar y se cambia la postura para compensar el incremento de peso del útero, pudiendo provocar dolor lumbar.

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