La sexualidad nos acompaña desde el nacimiento y tiene un papel esencial en el proceso de desarrollo de las personas, por tanto es fundamental en la educación de los hijos, tanto en la infancia como en la adolescencia.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) en 1975 definió la sexualidad de las personas como “una energía que nos impulsa a buscar afecto, contacto, placer, ternura e intimidad. La sexualidad influye en nuestro pensamientos, sentimientos, acciones e interacciones y, por tanto está relacionada con nuestra salud física y mental”.
Los hijos crecen y se preguntan sobre los cambios y sensaciones que experimenta su cuerpo, los sentimientos hacia otras personas y las diferentes formas de expresión de la sexualidad.
Según los expertos, los padres son fundamentales para responder estas preguntas y proporcionar una educación sexual básica, que ayude a los hijos a entender la sexualidad de una manera positiva, saludable y responsable.
Los jóvenes también desean encontrar comprensión e información en un entorno familiar.
La matrona es el profesional sanitario indicado para proporcionar información sobre este tema a los jóvenes, siendo cada vez más frecuente que esta profesional acuda a los centros educativos. Aunque actualmente, la mayoría de esta información todavía la reciben en el colegio por un profesor y por su grupo de amigos.
Los padres no pueden olvidar la realidad: los adolescentes inician sus relaciones sexuales entre los 16 y 18 años. Las consecuencias de una relación sexual de riesgo pueden implicar mucho sufrimiento para el propio adolescente y su familia. Los embarazos no deseados, los abortos, las infecciones y las enfermedades de transmisión sexual, están aumentando en la población juvenil.
Lo que se vive antes de los 12 años determina en gran medida las conductas de la adolescencia, por todo esto: ¡Habla con ellos!