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Dormir es un proceso evolutivo que se adapta a las necesidades del ser humano. 

No es igual el sueño del recién nacido que el suelo del adulto o el anciano, ya que cada edad reclama necesita unas necesidades diferentes. 

Los recién nacidos necesitan estar en contacto con sus papás, con luz natural, en habitaciones que se puedan ventilar bien y sin corrientes de aire. 

En las primeras semanas no acostumbra a tener horarios, pero es recomendable respetarlos, ya que poco a poco, él mismo los regulará. 

Los despertares nocturnos son un fenómeno natural, al menos durante el primer año de vida. Además, si el bebé está siendo amamantado, los despertares nocturnos serán más frecuentes. 

Si duerme en la misma cama que sus papás, todos podrán descansar mejor y será más cómodo. 

Sin embargo, si se practica el colecho será necesario tener en cuenta que no se aconsejará si: 

  • Alguno de los padres fuma. 
  • Alguno de los padres ha tomado alcohol o alguna otra droga. 
  • Alguno de los padres ha consumido algún fármaco que provoque un sueño más profundo. 
  • Alguno de los padres está más cansado que de costumbre. 
  • Nunca hacer colecho en un sofá. 

El bebé dormirá durante las primeras semanas entre 14 y 20 horas diarias. Comenzará con una fase de sueño ligero (por eso se despierta con mucha facilidad) tardando unos veinte minutos en pasar a la fase profunda. 

La posición en la que debe dormir el bebé en los primeros meses es boca arriba, ya que de esta manera disminuye la probabilidad de muerte súbita del lactante. También es importante para disminuir esta probabilidad que el colchón sea firme y transpirable. 

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