El estrés puede ser considerado positivo o negativo, dependiendo de cómo se afronte.
Se considera como positivo si te anima a trabajar bien y a desenvolverte de manera más efectiva, siendo considerado como algo natural y adaptativo. Pero cuando el estrés se mantiene en el tiempo con cierto grado de intensidad, nos hace perder el control, nos hunde y nos sobrepasa, nos encontramos ante los efectos negativos de éste.
Un nivel moderado de estrés no tiene por qué afectar a tu embarazo, siempre que seas capaz de afrontarlo adecuadamente. Pero cuando el estrés se mantiene en el tiempo con cierto grado de intensidad originando angustia, insomnio o depresión y síntomas físicos (dolor de cabeza, espalda o pérdida de apetito), entonces el estrés podría tratarse de un problema.
Un estrés intenso durante el embarazo puede originar complicaciones obstétricas, parto prematuro, bajo peso del bebé al nacer, abortos espontáneos e incluso problemas emocionales, intelectuales y comportamentales en el bebé. De todas maneras son necesarias más investigaciones sobre el tema.
Dado que las reacciones negativas ante el estrés podrían implicar consecuencias negativas, especialmente si se prolonga durante el segundo y el tercer trimestre, la prioridad actual deberá ser aprender a afrontar el estrés de forma constructiva o reducirlo al máximo.
El primer paso será consultar con tu matrona/médico para que confirme que todo va bien y ayudarte: debes comentarle tu estado de ansiedad, los síntomas que tienes, las preocupaciones que te agobian, y preguntar sobre todos aquellos aspectos del embarazo y del parto que te atemorizan.
A menudo, pequeños cambios en la rutina diaria pueden favorecer una vida más tranquila y mantener alejados el agobio y la ansiedad. Acepta las limitaciones que el embarazo impone, reduce la actividad y buscar el apoyo de los que te rodean.
Para aprender a afrontar el estrés de forma constructiva o reducirlo al máximo puedes seguir los siguientes consejos:
–Desahógate: si tienes cualquier problema, compártelo con tu pareja. Habla con otras mujeres de los temores que te genera el embarazo y el parto: exteriorizar los sentimientos ayuda a rebajar la tensión.
–Actúa: pide ayuda a la pareja, a la familia y a los amigos. Evalúa la posibilidad de contratar a una persona que colabore en la limpieza de la casa o el cuidado de los hijos.
–Descansa: aprovecha los ratos libres para relajarte realizando actividades tranquilas como leer, pasear o escuchar música. Duerme lo suficiente.
–Come bien: lleva una dieta sana y sin alimentos ni bebidas excitantes que puedan hacerte sentir peor.
–Buscar actividades que te relajen: disfruta de un buen baño. Disfruta de tus aficiones.
–Haz ejercicio moderado: como andar o nadar.
–Evita en lo posible las situaciones estresantes.
–No faltes a las clases de educación maternal: la información que ofrecen, las técnicas de relajación que enseñan y la posibilidad de compartir experiencias con otras embarazadas son buenas armas para combatir la ansiedad.
–Prueba la medicina alternativa y complementaria, siempre bajo la supervisión de un profesional.
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