La parte externa del aparato genital femenino también se ve afectada durante el embarazo por la nueva situación hormonal.
Los tejidos retienen más líquidos, por lo que la piel está más hinchada y blanda. Esto también supone una mayor secreción de la mucosa vaginal, y el hecho de que sus paredes, al ser ricas en líquidos, produzcan más pérdidas abundantes que las normales.
Sin embargo, este aumento en el flujo es la principal defensa de los genitales, ya que, a través del mismo, se eliminan los gérmenes que podrían provocar infecciones.
El pH vaginal también se vuelve más ácido, por lo que los genitales aún están menos protegidos.
Todo esto precisa de una higiene más exhaustiva, que evitará que las secreciones, al permanecer sobre los genitales externos, los conviertan en terreno fértil para el desarrollo de microorganismos.
Por tanto, es necesario elegir un jabón específico para la higiene íntima, que limpie, pero que no altere este delicado ambiente. Un buen producto para este período no debe contener sustancias aromáticas, que puede irritar las capas más superficiales de la mucosa genital. Igualmente, su pH debe ser parecido al vaginal, es decir, de 3,5 a 5.
Es preferible lavarse con agua corriente y no llevar el bidé, desde la vulva hacia el ano, para que los microorganismos presentes en el recto no lleguen a la vagina.
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