Los primeros días tras el nacimiento es necesario amamantar con frecuencia, y aunque la lactancia materna es a demanda, el primer mes de vida se recomienda que el bebé mame al menos de 8 a 12 veces en 24 horas.
Se puede ofrecer el pecho tan pronto como se observe que el niño esté dispuesto a mamar (movimientos de la boca buscando el pezón, etc) sin esperar a que llore, pues será peor ya que habrá que tranquilizarlo y además tragará aire.
Los primeros días es necesario emplear mucho tiempo para amamantar y estar madre y bebé juntos piel con piel todo el tiempo posible para facilitar la lactancia materna.
Incluso madres que no han tenido hijos, como puede ser el caso de las madres adoptivas, también pueden dar el pecho.
Si el bebé está muy adormilado, convienen animarle a que tome el pecho cada poco tiempo intentando ofrecer el pecho cuando está despierto o en un ciclo de sueño más ligero, evitar que la luz deslumbre sus ojos, evitar el calor excesivo que da sueño, cambiar el pañal, acariciar su cuerpo, masajear su espalda, hablarle, contactar con sus ojos, darle un baño, mojarle suavemente su carita, dejar caer un poco de leche en sus labios y/ o cambiar de posición cuando pierde interés por mamar.
La producción de leche va a depender de la intensidad y la frecuencia con la que el bebé mame, aunque el cansancio o el estrés pueden influir de manera negativa en la producción de leche. La mejor forma de mejorar esto es buscar un ambiente tranquilo para amamantar, evitando distracciones y disfrutando de ese momento único entre la mamá y el bebé y que aporta tantos beneficios.