Cualquier mujer puede ser capaz de amamantar, siendo las causas que contraindican la lactancia materna (algunas enfermedades o medicamentos, etc) muy raras o casi excepcionales. Hoy en día, la mayoría de las enfermedades maternas tienen algún tratamiento que se puede hacer sin tener que suspender la lactancia materna.
El tamaño de las mamas tampoco influye para amamantar, siendo todos los pechos válidos. La cantidad de la leche que la madre produce depende de la eficacia y frecuencia con la que mame el bebé. Se produce más leche cuantas más veces y más tiempo succione el bebé.
En cuanto a los pezones, también son válidos todos sin importar su forma ni su tamaño. Incluso los llamados pezones invertidos, ya que para mamar se succiona desde la areola y no solo desde el pezón.
El pecho no necesita ninguna preparación especial para amamantar y no se recomienda lavar el pecho en cada toma, ya que se ha demostrado que tanto el jabón como otros productos de aseo corporal aumentan la incidencia del dolor del pezón, destruyendo la protección natural que aportan las pequeñas glándulas que rodean la areola. Por tanto, con la ducha diaria será suficiente.
La mayoría de los problemas de dolor en los pezones o de grietas se deben a una posición incorrecta del bebé al pecho y para resolverse hay que adoptar una postura correcta como veremos más adelante.