Los sofocos se consideran el síntoma más frecuente de la menopausia.
Consisten en un enrojecimiento de aparición brusca de la piel en la zona del tórax alto, cuello y cabeza, que se acompaña de una intensa sensación de calor corporal intenso y finaliza en ocasiones con sudoración abundante, cuya duración va desde unos pocos segundos hasta unos minutos, y raramente hasta una hora.
La causa es compleja y aún incierta. Se causa más probable es por disminución de la concentración de las hormonas sintetizadas por el ovario.
La frecuencia de aparición de sofocos y su variabilidad dependen de cada mujer: hay mujeres que tienen sólo un sofoco al mes mientras que otras pueden llegar a tener un sofoco cada media hora. La mayoría de las mujeres sufre sofocos moderados y esporádicos.
Los sofocos pueden aparecer tanto por el día como por la noche. Cuando aparecen por la noche, las mujeres que los padecen pueden agravar los trastornos del sueño e insomnio típicos también de esta época menopaúsica. Si se repiten a menudo, pueden provocar fatiga, ansiedad, irritabilidad e incluso disminución de la memoria.
Hay factores que predisponen su aparición, como por ejemplo el exceso de grasa corporal, el estrés, el ambiente húmedo y caliente, los espacios cerrados, la ingesta de café, alcohol o comidas con muchas especias.
La duración de los sofocos es variable, entre tres y seis minutos, pudiendo haber sofocos de mayor y menor duración.
Los sofocos pueden variar a lo largo del tiempo, hay mujeres que inicialmente sólo los sufren por la noche, y luego pasan a tenerlos también durante el día. Otras mujeres en cambio, notan que los sofocos van disminuyendo conforme pasa el tiempo. La mayoría de las mujeres con sofocos los mantienen durante más de un año.
Si no se prescribe medicación, suelen remitir de forma espontánea tras varios años de su inicio y una vez termina la etapa inicial de la menopausia, aunque algunas mujeres pueden llegar a padecerlos durante más tiempo, 15 o incluso 25 años.