Algunas sustancias tóxicas que contaminan los alimentos, el aire o el agua, que se encuentran en muchos productos de consumo o que están presentes en lugares de trabajo, pueden acumularse en la grasa corporal, contaminar y dañar a los fetos en desarrollo y ser excretados en la leche materna.
Aún con todo, según los estudios es preferible la lactancia materna a la artificial, sobre todo lactancias de larga duración, ya que se ha comprobado que puede contrarrestar los efectos nocivos de las sustancias contaminantes y que es más beneficiosa para los niños y las madres.
Los bebés alimentados con leche materna durante más de 16 semanas tienen mejor desarrollo mental y psicomotriz que los alimentados con leche artificial. Además, los niños alimentados con lactancia materna tienen menos otitis, neumonías, diarreas, meningitis, alergias, etc.
Para reducir los riesgos de las sustancias tóxicas sobre la salud de las madres y los bebés es importante que durante el embarazo y lactancia no se consuman los alimentos más contaminados, prefiriendo si es posible alimentos ecológicos.
También es recomendable evitar el uso de sustancias químicas peligrosas en casa o en la higiene personal.
Además, es importante conocer qué sustancias químicas hay en los puestos de trabajo, ya que la ley protege el embarazo y la lactancia.